¿Has escuchado hablar de los 5 elementos de la Medicina Tradicional China?
La Tierra es uno de ellos y yo creo que es al que más atención debemos prestar. A continuación te explicaré por qué pienso esto y cómo podemos hacerlo.
Desde la óptica de la Medicina Tradicional China (MTC), todo lo que existe, pequeño o grande, funciona de la misma manera: toda materia viva se organiza siempre igual. Es por ello que observando cómo funciona el mundo a nuestro alrededor, podemos entrever cómo funciona nuestro pequeño cuerpo humano.
Uno de los fundamentos de la MTC es la teoría de los 5 elementos. Esta une lo que vemos en el exterior con lo que contenemos en nuestro interior, a través de la identificación de 5 cualidades siempre presentes en lo vivo, y la descripción minuciosa de lo que ocurre gracias a ellas.
Los 5 elementos son Madera, Fuego, Tierra, Metal y Agua.
Estos describen los momentos o movimientos contenidos en un ciclo vital, todos ellos igual de importantes y cada uno, por tanto, especial.
Se pueden observar en el ciclo de las estaciones del año, en el de un día o también en el ciclo de una vida: nacer, crecer, florecer, madurar y decaer.
Dicho de manera más parecida a nuestra forma occidental de pensar:
Describen el equilibrio y la relación entre materia y potencial.
Tienen una relación donde uno genera al otro, a la vez que se controlan entre sí.
Esta teoría ayuda a ampliar nuestra manera de comprender el cuerpo y nos ofrece explicaciones sobre la interrelación entre lo físico, lo energético y la salud.
Para comprender la profundidad de este pensamiento, vamos a examinar el elemento Tierra:
¿Qué significa el elemento Tierra?
A menudo, cuando hablamos con metáforas, las imágenes acaban perdiendo su sentido, pero para entender el elemento Tierra debemos observar qué hace la tierra en el mundo externo:
La tierra es nuestro centro de gravedad, es el suelo donde crecemos que aporta la nutrición para que el crecimiento sea posible.
La tierra es, pues, la base de todo. Recibe el calor del Fuego (sol) que almacena en su superficie; sobre ella crece el verde de la Madera; a través de ella fluye el Agua y dentro de ella se conserva el Metal.
La tierra sostiene y nutre la vida que depende de ella. Es el espacio físico donde el potencial de la semilla se realiza y se transforma en, por ejemplo, un tomate. También es donde el tomate maduro cae, se pudre, y vuelve a crecer. Sobre ella ocurre el continuo flujo de vida, que es posible, a su vez, gracias a ella.
Si la tierra es fértil, es fuente de mucha satisfacción. De su estado depende la abundancia que nos rodea, que, si se cultiva adecuadamente, enriquece nuestras vidas y la vida de las futuras generaciones.
Como elemento, está relacionada con el momento del ciclo vital cuando el crecimiento llega a su máximo esplendor y el potencial se ha alcanzado, como por ejemplo, al final del verano. Ese momento rico, bello y tranquilo de un fruto listo para recoger que contiene la plenitud de lo maduro.
Cuando hablamos de Tierra, estamos hablando de la capacidad de nutrirnos de las experiencias y de los alimentos, de sentir la satisfacción del momento presente y de tener los pies firmes sobre el terreno de nuestra vida. De esta manera, invocamos la madurez en todos sus sentidos: de ideas, de proyectos, de vidas, de relaciones y de momentos.
¿Qué hace la Tierra en nuestro cuerpo?
La Tierra aporta la energía que mantiene nuestro organismo en pie y activo.
Su función depende de los alimentos que escogemos y el ritmo al que le pedimos que trabaje.
En el mundo exterior la tierra provee los nutrientes para el crecimiento y el espacio donde crecer y, en nuestro cuerpo, el elemento Tierra está relacionado con el sistema digestivo que nos nutre y con los músculos que nos sostienen. Gracias a su función, transformamos lo que comemos en algo asimilable y nutrimos las estructuras del cuerpo.
Igual que la fuerza de la gravedad originada a través del giro de la tierra, la energía de este elemento genera cohesión, manteniendo los tejidos del cuerpo firmes y la sangre circulando a través de los vasos sanguíneos.
Con su ritmo de día y noche, de verano e invierno, la tierra regulariza nuestros días y años. Como elemento, la Tierra confiere la capacidad de poner orden a nuestro alrededor y en nuestras vidas, un orden que mantiene la estabilidad emocional y la paz psíquica.
La Tierra no solo digiere los alimentos, sino también las emociones y las situaciones que vivimos, ayudándonos a extraer aprendizajes de los eventos vividos y a crecer. Gracias a ella somos capaces de sentir satisfacción con las experiencias y nutrirnos de ideas.
¿Qué pasa con la Tierra?
Nuestro ritmo moderno está marcado por horas corriendo tras las exigencias y necesidades de nuestras vidas, que están, por lo general, llenas de preocupaciones, propias o de nuestros seres queridos, y si no, cargadas de culpa y ansiedad por la suerte que corre el mundo.
Comemos a deshora o mientras estamos trabajando, o lo hacemos mirando las noticias llenas de historias pesadas y vacías de contenido como algunos de los alimentos que nos nutren. Descansamos delante de las pantallas, incapaces de estar un momento sin el estímulo de algo que nos ocupe la mente.
La Tierra, que necesita vivir la satisfacción de lo maduro, está agotada porque vive en perpetua ansiedad y preocupación: se le pide que rinda mucho más de lo que se le permite descansar, tanto a nivel digestivo, cómo a nivel intelectual y emocional.
Gracias a esto, el elemento Tierra se satura y es incapaz de procesar los alimentos, las ideas, y las preocupaciones que le llenan, y acaba consumiendo su energía en el intento de poner orden.
Es entonces cuando nos encontramos con problemas digestivos, o con cansancio sin razón aparente, o con una perpetua sensación de insatisfacción con nuestros logros, con los alimentos, con nuestras vidas… ¿Te suena?
Escribiendo estas palabras, tuve la necesidad de parar. Mi cabeza, pesada de tanto pensar, comenzaba a confundir conceptos y me costaba mucho escribir. Mi primer impulso fue comer algo, reponer energía y seguir escribiendo.
Pero, gracias a estar escribiendo sobre cómo el abuso del elemento Tierra nos quita energía y poder, me di cuenta de que no, no tenía hambre, sino que estaba saturada y necesitaba descanso.
Decidí entonces ir a ordenar la cocina y, mientras me movía barriendo el suelo y me reía de esta situación tan paradójica, me di cuenta de lo que realmente quería transmitir.
Durante mi descanso, ordené mis ideas y pude seguir escribiendo sin forzar.
Igual que la tierra física que nos rodea, con terrenos hiper explotados, nutridos de químicos para mantener su función vital, donde cuando cae lluvia el agua no puede infiltrarse en una tierra dura, sin capacidad de asimilar; nosotras no podemos seguir funcionando a base de café, preocupaciones y espirulina.
Nuestra Tierra está agotada y eso hace que nuestro sistema digestivo sea incapaz de asimilar los alimentos que le damos, creando intolerancias alimenticias y desnutrición en personas que quizás comen muy bien, pero que llevan una carga intelectual o emocional que les satura.
Vivimos aceleradas, ansiosas por cumplir con las expectativas o preocupadas por lo que podría ir mal, y pasamos de alto los pequeños momentos llenos de gloria, los que nos deberían llenar de satisfacción, perdiendo la oportunidad de asimilar las experiencias.
¿Qué se puede hacer para mejorar la Tierra?
Nuestras tierras, la del mundo exterior y la de nuestro pequeño cuerpo, necesitan que les demos descanso, que prioricemos las actividades que realmente las nutren, y que les permitamos volver a sentir la satisfacción de la plenitud y la madurez.
En general para trabajar la Tierra debemos:
- Aligerar su carga: comer poco varias veces al día y masticar bien lo ingerido, descansar la mente haciendo algo que nos relaje.
- Mantener horarios estables: especialmente en las comidas y con lo relacionado con el trabajo.
- Hacer ejercicio: fortificar los músculos, especialmente haciendo algo que nos guste.
- Sentir satisfacción: ¿cuántas veces trabajamos por una meta y cuando llegamos a ella ya estamos pensando en la siguiente?
- Crear orden a nuestro alrededor: limpiar la casa, la agenda, las emociones…
- Sonreír: en vez de fruncir el ceño cuando te concentras, prueba a mantener una pequeña sonrisa en tu rostro.
Una Tierra fértil, aireada y llena de vida nos dará el sostén y el sustento desde donde intervenir en el mundo con capacidad y alegría.